Sin rencores, con amor: la lucha de un hombre que busca su verdadera identidad en Zapala
Luciano Posat descubrió que fue adoptado de manera irregular en los años 70´. Desde entonces busca a su madre biológica y a su familia en Neuquén. "No quiero reproches, solo saber de dónde vengo", asegura.
La identidad nos conecta con los afectos y el lugar de origen, pero a veces el destino puede arrebatarla dejando huellas de dolor e incertidumbre. Es lo que le ocurrió a Luciano Ezequiel Posat, quien vive hoy en Mar del Plata con sus dos hijos, aunque nació en Zapala, Neuquén.
"Hoy tengo 48 años y hace unos años me enteré que era adoptado y la información que tengo es que soy zapalino y que mi fecha de nacimiento fue el 24 de octubre de 1976 en el hospital local", contó el hombre. A renglón seguido detalló la historia que pudo develar por averiguaciones propias.
"Fui adoptado por una pareja de Bahía Blanca donde mi padre adoptivo trabajaba en YPF. Sus nombres eran Néstor Posat y María del Carmen Pachiello, hoy ambos fallecidos". Tras la desaparición física de sus "progenitores", Luciano relató que se acrecentaron sus sospechas de que no era hijo biológico de aquel matrimonio.
A la par de la dolorosa confirmación de que era un hijo adoptado, le nació la enorme necesidad de saber de dónde venía y quiénes eran verdaderamente sus padres. "Los datos que pude recolectar me confirman que mi madre biológica al momento de darme a luz tenía entre 16 y 19 años aproximadamente, en cuanto a mi padre tendría entre 19 y 21 años", apuntó Luciano.
Con el deseo de honrar la memoria de sus padres adoptivos y sin rencores, Luciano lleva adelante desde el año pasado una intensa búsqueda en redes sociales para encontrar a su familia biológica: padres, hermanos, tíos y primos. "Sería hermoso encontrarlos, abrazarlos y cerrar mi historia con mis verdaderos orígenes. No hay odio en esta búsqueda, solo amor y el deseo de conocer mi identidad", expresó.
Luciano, junto a su mamá adoptiva.
La incertidumbre
La apropiación de menores durante la dictadura fue una de las primeras sospechas que surgieron en Luciano al descubrir que no era hijo biológico de quienes lo criaron. Sin embargo, sus dudas venían de mucho antes, cuando notaba profundas diferencias de carácter con sus padres adoptivos.
"Yo empecé a tener dudas a los 20 años por la forma de ser y la realidad de cómo afrontar algunos problemas que tenía la familia en ese momento. Mi madre era depresiva crónica y mi padre empezó a tener problemas de bipolaridad. En los momentos difíciles ninguno se anteponía ante la situación, y yo sí lo hacía", recordó Luciano.
Sin embargo, pasó el tiempo y las dudas siguieron. Al cumplir los 37 años, fallecieron sus padres. "Fue en ese momento que decidí recurrir a la Asociación Madres de Plaza de Mayo para hacerme una prueba de ADN por las dudas que tenía sobre mi verdadera identidad", indicó. Los resultados tampoco brindaron respuestas hasta el presente.
Ahora, con 48 años, emprendió un duro pero esperanzador camino a través de internet para afianzar la posibilidad de que esta herramienta tecnológica le permita multiplicar su tarea de búsqueda con todos los datos certeros que logró colectar con el pasar de los años.
"En mi contacto con Madres tuve la oportunidad de hablar de mi caso y de compartir mi experiencia de búsqueda de identidad con hijos e hijas que también pasaron por lo mismo y que felizmente lograron recuperar sus orígenes", dijo.
Luciano, junto a sus hijos.
Sus orígenes
Con el tiempo, Luciano Posat fue descubriendo detalles sobre su origen. Supo que sus padres biológicos enfrentaron dilemas morales y sociales, marcados por profundas diferencias de clase y falta de recursos, lo que probablemente los llevó a tomar la dolorosa decisión de entregarlo tras su nacimiento.
"En mi búsqueda, como dije siempre, no pretendo juzgar ni guardo resentimientos. Me pongo en el lugar de mi madre porque tal vez no tenía los recursos para mantener un hijo o tal vez se vio envuelta en miles de obstáculos. Hoy yo solo quiero encontrarla para abrazarla infinitamente", contó Luciano con la mano en el corazón.
En este sentido, destacó cómo pudo confirmar finalmente que era un hijo adoptado por los Posat. Para esto fue crucial el aporte de información suministrada por el círculo íntimo de la familia. Sus averiguaciones fueron constantes una vez que sus padres fallecieron y un día en una suerte de juego "mentira-verdad" pudo ratificar que las sospechas de su identidad tenían un fundamento pleno y real.
"Yo supuestamente había nacido en Bahía Blanca, pero con el tiempo me di cuenta que estaba todo "truchado". Allí empecé a hacer memoria de conocidos de mis padres de aquella ciudad y decidí llamar telefónicamente a un amigo de mi padre haciéndole una "trampa".
"En medio de una cordial comunicación, le dije 'sabés que me enteré de que soy adoptado' y le pregunté si sabía algo. Él me dijo que sí y se alegró de que lo hubiera sabido. Al mismo tiempo me preguntó cómo me había enterado, entonces ahí yo le dije que él me lo había acabado de confirmar", relató Luciano. Sorprendido por la situación, este conocido comenzó a esquivar todo tipo de preguntas y desvió la charla a otros temas. Esto lo obligó a indagar entre otros familiares. Allí supo que su padre durante muchos años "se había encargado de embarrar la cancha para que él no supiera nunca la verdad sobre mis padres biológicos", remarcó.
"Soy de Zapala"
Tras la muerte de su esposa Noelia en 2020, Luciano sintió con más fuerza la necesidad de encontrar sus verdaderos orígenes. Solo, a cargo de sus hijos Lucía y Lucas, decidió no recurrir a su familia política, que había optado por alejarse.
En su búsqueda indagó entre amigos y excompañeros de trabajo de su padre adoptivo, quien había sido subgerente de YPF en Mar del Plata. Las respuestas fueron confusas y lo alejaron de la verdad, hasta que dio con una amiga de la infancia, hija de conocidos de sus padres adoptivos.
Ella, testigo directa de su llegada a la familia, le reveló que había nacido en Zapala. Recordaba a su madre biológica como una joven de entre 16 y 19 años, de escasos recursos, y a su padre como un conscripto lleno de miedo y dudas. Esa confesión le dio a Luciano la pista más concreta de su historia.
"Fui comprado"
En su conmovedor relato, Luciano recordó que a él lo vinieron a buscar a Zapala y que vivió en Bahía Blanca hasta los 3 años, ya que luego su familia adoptiva se radicó en Mar del Plata. "Quiero aclarar que mi búsqueda no persigue ningún fin económico. Lo único que me interesa es encontrar a mi verdadera familia, mi familia biológica, nada más", enfatizó.
Más adelante detalló cómo fue su "adopción", según varias fuentes que accedieron a confiarle la verdad. "Supuestamente, había nacido en Bahía Blanca el 24 de octubre de 1976, lo cual mis verdaderos papeles tampoco se encuentran porque obviamente que se ha hecho todo de manera ilegal, por decirlo de alguna manera", admitió Luciano. Añadió que "cuando me preguntan si yo soy hijo de desaparecidos o hijo de una violación o hijo de una compra o de lo que sea yo a todo eso le tengo que decir que sí lo soy porque no tengo nada en claro de quién soy y de cómo realmente yo estoy en esta vida con mis 48 años en la actualidad".
A esta dura realidad que le toca afrontar y después de muchas averiguaciones y confesiones de allegados a la familia adoptiva, es que pudo determinar que fue un "bebé comprado" en la ciudad de Zapala.
"Lo más firme que tengo hoy es que fui comprado a mi madre biológica, que entonces era muy joven y de escasos recursos, por lo cual mis padres adoptivos pagaron todo el embarazo y el parto. A pesar de esta verdad, siento que soy un todo y a su vez un nada porque no sé cuál es mi origen, por eso es la absoluta necesidad de encontrar a mis padres biológicos, a mis hermanos y a mis tíos", exclamó.
Por último, volvió a señalar que "no hay rencor, ni dolor, ni culpa hacia mi madre y padre biológicos, ni a la familia en general. Solo ganas de saber mi identidad y poder transmitírsela a mis dos hijos".
Fuente: Medios.