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Cambio de hora en Argentina: el reloj biológico en el centro del debate

Con media sanción en la Cámara de Diputados, la propuesta para adaptar el huso horario de Argentina a UTC-4 ha generado debate. Evalúan las posibles consecuencias que este ajuste podría tener en la población.

Neuquén Post

La discusión sobre el uso horario en Argentina volvió a instalarse en la agenda política, social y científica después de que la Cámara de Diputados aprobara con amplia mayoría un proyecto que plantea retrasar una hora los relojes en todo el territorio nacional. La propuesta impulsada por Julio Cobos, ex vicepresidente y actual diputado radical, obtuvo 151 votos a favor, 66 en contra y 8 abstenciones y ahora será el Senado quien defina si el país modifica su huso horario oficial del actual UTC -3 al UTC -4.

La iniciativa busca volver a alinear la hora oficial con lo que corresponde geográficamente a la mayor parte del territorio argentino.

Según el Sistema Internacional de Husos Horarios, gran parte del país debería ubicarse en UTC -4, mientras que la zona cercana a la cordillera corresponde al UTC -5.

El UTC -3 fue fijado formalmente en 1969 y desde entonces marcó la vida cotidiana de millones de argentinos. Sin embargo, para Cobos ese esquema produjo un "desfasaje histórico" que, además de generar gastos innecesarios, afecta la calidad de vida de la población.

Diversos especialistas en cronobiología explican que el reloj biológico humano necesita estar sincronizado con la luz natural para un correcto funcionamiento.

La luz de la mañana actúa como principal sincronizador del ciclo circadiano, mejora el estado de alerta y tiene efectos positivos en el ánimo. En cambio, la falta de exposición temprana al sol altera la regulación de los ritmos internos y afecta el rendimiento físico e intelectual.

El actual huso horario genera que en varias provincias del oeste, buena parte de las actividades de la mañana transcurran todavía en la oscuridad. En esos lugares, los estudiantes ingresan a la escuela antes de que amanezca y los trabajadores inician sus tareas sin haber recibido la luz natural que ordena al organismo.

Cobos presentó un estudio realizado en Mendoza que mostró que el cambio de horario permitiría ahorrar un 40% de energía en las escuelas de esa provincia.

Qué dicen los expertos sobre cambiar el huso horario

María Juliana Leone, licenciada en Biotecnología y especialista en Neurociencias que trabaja en el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes, explicó que corresponde que Argentina tenga el huso horario -4, ya que casi todo el país está en esa franja horaria. Incluso, las provincias cordilleranas están en -5 GMT. Y que no hay ninguna parte del territorio que esté en -3, incluso Buenos Aires.

"La hora está definida con los horarios de salida del Sol. Estamos adoptando ahora un meridiano que no nos corresponde ya que el mediodía solar ocurre cerca de la 1 pm. Incluso en Mendoza ocurre 40 min más tarde que en Buenos Aires. Este efecto tiene un impacto en el cuerpo humano y nuestro ritmo circadiano que se alinea con la luz del Sol. Hay una desalienación actualmente que nos perjudica".

Diego Golombek, reconocido biólogo especialista en cronobiología, también de la Universidad Nacional de Quilmes explicó que Argentina está geográficamente situada en el huso horario -4, es decir cuatro horas al oeste del meridiano de Greenwich. "Por una serie de equívocos históricos nos quedamos mal situados, nos quedamos en el -3. Con lo cual es muy conveniente estar en el huso horario que nos corresponde, aquel en el cual el mediodía corresponde a que el sol esté bien arriba en el cielo. Y además, sería ideal que estuviéramos en ese huso horario todo el año, sin alternar entre horario de verano e invierno, que no parece tener demasiadas ventajas", indicó el experto en cronobiología.

"Biológicamente hablando, lo más importante siempre es estar expuestos a la luz del día y este cambio de horario hace que tengamos luz por la mañana. Este cambio puede ayudar a que adelantemos un poco nuestros horarios tan nocturnos que hacen que durmamos poco, con consecuencias no muy buenas para la salud. Así que estoy muy a favor del cambio de horario a menos cuatro, idealmente para que se quede así todo el año, sin habilitar a cambios de horario de verano y de invierno", insistió Golombek.

Cambio de hora en Argentina: el reloj biológico en el centro del debate

"Por supuesto, el efecto es muchísimo más pronunciado para las provincias cordilleranas, las provincias más del oeste, porque incluso tocan el huso horario -5. O sea, en este momento están dos horas desfasadas con respecto a lo que debiera ser su horario natural", precisó.

Desde el punto de vista internacional, la iniciativa también contempla la coordinación con países vecinos. Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile y Venezuela ya se encuentran en UTC -4, por lo que adoptar ese huso en Argentina facilitaría la integración comercial y logística en la región. La convergencia horaria es un factor cada vez más relevante para las comunicaciones, las operaciones financieras y el transporte.

El climatólogo José Luis Stella del Servicio Meteorológico Nacional, explicó que Argentina está en el uso horario -4, pero el extremo oeste es -5. "En realidad estamos adelantados porque estamos usando -3, que es el que no nos corresponde a nosotros, sino al este de Brasil y al océano Atlántico. Usar el -4 sería lo correcto, astronómicamente hablando", explicó el experto del SMN.

"La realidad es que las provincias del oeste y del sur son las más perjudicadas por usar -3, ya que en invierno amanece muy tarde. Los chicos tienen prácticamente la mitad de las clases de noche a la mañana. Lo más correcto sería el huso de -4 en invierno. Y sí considero que en verano deberíamos, usar el de ahora, el -3. Muchos países en Europa cambian el horario en verano. Así que a mi criterio, lo ideal sería tener -4 en invierno, dos horarios -4 y -3 en verano", concluyó Stella.

Otro especialista que coincide en no cambiar el huso horario es el médico neumonólogo y jefe del Laboratorio del Sueño en el Hospital de Clínicas, Facundo Nogueira (MN 84.970),

"Para mí no tiene sentido cambiar el horario. Para gran parte del país, no tiene ningún sentido y puede ser contraproducente. Hay que sentarse y ver cómo esto impactaría en distintas zonas del país a lo largo del año. Y esto sería un beneficio solamente para unos pocos meses en unas determinadas regiones. Sería positivo durante tres, cuatro o cinco meses para las regiones que están más al oeste", sostuvo el experto.

Husos horarios y eficiencia energética

Uno de los principales argumentos a favor del cambio radica en la eficiencia energética. Al retrasar una hora el reloj oficial, se busca aprovechar mejor la luz solar, sobre todo durante el invierno, cuando la demanda de electricidad y gas suele aumentar. Según explicó Cobos en el recinto, "la diferencia entre la hora oficial y la hora solar genera varios inconvenientes", entre ellos una mayor dependencia de la iluminación artificial en la tarde y en la noche. La lógica detrás de la propuesta es que, si el horario se ajusta a la posición real del sol, los hogares, las escuelas y las industrias necesitarán menos energía para iluminar y calefaccionar durante parte del día.

Sin embargo, los beneficios no resultan indiscutidos. Hay especialistas que advierten que el ahorro energético real podría ser menor al esperado e incluso negativo. Argumentan que, si bien se gasta menos electricidad en las mañanas, el consumo en las noches aumenta porque las actividades sociales y productivas no terminan cuando cae el sol.

El estilo de vida actual, marcado por un uso intensivo de la iluminación artificial, prolonga la jornada activa mucho más allá del anochecer. Así, lo que se gana de un lado podría perderse del otro.

Cambio de hora en Argentina: el reloj biológico en el centro del debate

El reloj biológico afecta el descanso y rendimiento cerebral

La discusión sobre el huso horario también abrió una ventana al estudio del cronotipo, un concepto de la biología que describe la predisposición individual a ser más activo en determinados momentos del día. La investigadora Andrea Goldin, del Conicet y de la Universidad Torcuato Di Tella, explicó esta semana que "el cronotipo es una característica personal que marca nuestras preferencias diurnas, nuestro tiempo interno". Se trata de un rasgo biológico comparable al color de pelo: puede maquillarse o adaptarse en cierta medida a las rutinas sociales, pero su base genética permanece.

Las personas madrugadoras se despiertan y se duermen más temprano, mientras que las nocturnas funcionan mejor en horarios tardíos. La escuela y el trabajo imponen horarios uniformes que muchas veces entran en conflicto con esa diversidad natural. Goldin aclaró que la luz solar de la mañana es el factor que mejor ajusta el reloj interno: "La forma de poner en hora ese reloj es principalmente con la luz solar. Ese es el mayor sincronizador que tenemos, el que mejor te pone en hora".

El cronotipo no es estático a lo largo de la vida. Durante la infancia predominan los ritmos más matutinos, pero en la adolescencia se produce lo que la investigadora llama un "pico de nocturnidad". Esa etapa universal implica que los jóvenes tienden a dormir y despertarse más tarde. "La escuela secundaria, en particular, que es el momento de mayor nocturnidad de los chicos, empieza muy temprano en la mañana", señaló Goldin. De este modo, los adolescentes deben enfrentar exigencias de atención y aprendizaje en un horario que su propio organismo aún no habilita para estar plenamente activo.

La consecuencia es visible en el rendimiento académico y en la somnolencia de los estudiantes. El problema se agrava en las provincias del oeste, donde el Sol amanece todavía más tarde que en Buenos Aires, pero las escuelas inician las clases a la misma hora en todo el país.

"En lugares como Neuquén o Mendoza es peor que en Buenos Aires porque el Sol sale aún más tarde. Pero tenemos el mismo huso horario y la escuela empieza a la misma hora en todo el país", explicó Goldin.

El impacto del huso horario en la vida cotidiana excede a las escuelas. También influye en los horarios de transporte, comercio, medios de comunicación y actividades sociales. La sincronización entre la hora oficial y el ritmo natural de la luz define cómo se distribuye la jornada y qué sectores de la población resultan favorecidos o perjudicados.

Los defensores del cambio sostienen que alinearse con la hora solar permitiría mejorar la calidad del sueño, reducir los problemas de insomnio y aumentar el bienestar general. La exposición a la luz natural en las primeras horas del día ayudaría a ordenar el reloj interno y a preparar al cuerpo para un rendimiento más eficiente. En contraste, mantener el desfasaje actual obliga a millones de personas a recurrir a la luz artificial para cumplir con obligaciones que comienzan antes del amanecer.

Argumentan que, aunque el país adopte UTC -4, la vida urbana moderna seguirá extendiendo la actividad nocturna, lo que podría neutralizar los beneficios esperados en consumo energético y descanso. La disputa entre ambas visiones muestra que el debate no es meramente técnico sino también cultural.

Cambiar la hora oficial significa, en definitiva, redefinir los ritmos de una sociedad entera. Implica pensar cómo se organizan los horarios escolares, laborales y recreativos y qué valor se le otorga a la luz natural como recurso biológico y energético.

Con la media sanción en Diputados, la decisión ahora quedó en manos del Senado. De aprobarse, el Ejecutivo deberá informar a la ciudadanía el momento preciso en que se aplicará la modificación y los relojes de todo el país deberán retrasarse una hora. Será un cambio que afectará desde la agenda de las instituciones hasta la rutina íntima de cada hogar.

El proyecto no sólo propone corregir la diferencia entre hora solar y hora oficial sino también habilitar la posibilidad de regresar al huso -3 durante el verano. Se trata de un esquema que recuerda a lo que ocurrió en 2007 con la Ley 26.350, que estableció un horario de invierno y otro de verano alternando entre UTC -3 y UTC -4. Esa normativa quedó suspendida en 2009, dejando en manos del gobierno de turno las decisiones sobre modificaciones horarias.

La votación del jueves representó el tercer intento legislativo de Cobos en este tema, tras propuestas similares en 2022 y 2024 que no prosperaron. En esta ocasión, el contexto energético internacional dio un nuevo impulso a la discusión. El legislador mendocino subrayó que los costos del gas, el petróleo y el carbón se vieron afectados por conflictos como la guerra entre Rusia y Ucrania y las tensiones en Medio Oriente. En ese marco, reducir el consumo eléctrico mediante un mejor aprovechamiento de la luz natural se transformó en una estrategia tanto coyuntural como de largo plazo.

Lo que está en juego no es sólo una cuestión de relojes sino una oportunidad para replantear la relación entre la sociedad argentina, la energía que consume y el modo en que se vincula con el tiempo natural. La propuesta de Cobos invita a reconsiderar cómo los horarios oficiales impactan en la salud, en el rendimiento académico, en la economía y en la integración regional.

Fuente Medios

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