Carne a 50 centavos de dólar: el cultivo que revoluciona la ganadería y rinde más que el maíz
Un modelo productivo inspirado en Nueva Zelanda permitió triplicar la productividad ganadera en zonas de bajo desarrollo. ¿La clave? Un cultivo con alto valor energético y rendimiento explosivo.
En un giro inesperado para la ganadería tradicional, la remolacha forrajera está generando una verdadera revolución productiva en campos de baja escala. Este cultivo, apodado ya como el "oro rojo", está permitiendo producir carne a solo 50 centavos de dólar por kilo, con rindes que superan los 3.000 kg/ha en apenas seis meses.
Todo comenzó con el productor Alejandro Pérez Iturbe, quien tras un viaje técnico por Nueva Zelanda y Australia decidió adaptar el modelo a su campo Don Antuco, en Carmen de Patagones. Los primeros ensayos se trasladaron luego a Choele Choel, donde el sistema se consolidó gracias a un manejo eficiente y un aprovechamiento intensivo del forraje.
Alejandro Pérez Iturbe, productor ganadero de Carmen de Patagones.
Los resultados son impactantes: en un lote de 14 hectáreas, Pérez Iturbe mantuvo 300 animales en engorde continuo, alcanzando 3.300 kilos de carne por hectárea. El secreto está en el balance nutricional de la planta: la raíz aporta 3 Mcal/kg de materia seca (nivel comparable al maíz) y las hojas suman proteína, lo que convierte a esta variedad de Beta vulgaris en un alimento de altísimo valor.
El sistema se adapta al riego por gravedad del Valle del Río Negro, aunque también puede funcionar con pivote o incluso en secano, en zonas con lluvias de 700 mm o más. A pesar de una inversión inicial de US$1.700/ha, los márgenes brutos llegan a US$800/ha, en parte por el mayor precio de la carne en el sur argentino.
La variedad de la remolacha es la Beta vulgaris.
Se trata de un esquema intensivo y reproducible, ideal para pequeños y medianos productores: se pueden engordar 100 animales en solo 4 hectáreas. El sistema también aporta una solución clave para el invierno, cuando escasean los verdeos, y permite una estrategia de producción más sustentable, incluso en campos marginales.
Un dato no menor es que las variedades utilizadas están adaptadas para consumo animal, lo que elimina los riesgos de toxicidad que podría generar la remolacha común. La apuesta cuenta con respaldo de semilleras y técnicos que trabajaron desde el inicio para adaptar la genética al nuevo uso.
Así, lo que parecía una rareza se transformó en una oportunidad concreta para diversificar la ganadería argentina, con resultados comprobados y un enorme potencial para zonas con bajo desarrollo forrajero.
Fuente: medios
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