Alguien les dice a los maestros

Cada 11 de septiembre, se celebra el Día del Maestro en Argentina en homenaje a Domingo Faustino Sarmiento y los estudiantes de todos los tiempos tienen algo para decirles.

Por Nelson Salvati - Especialista en Lenguas Extranjeras

¿Qué hubiese querido escuchar de mis maestros o qué querría escuchar de ellos si volviera a ser un estudiante?

¿Que repitan los contenidos de los libros? No… ¿Que expongan solo ellos, dicten o me hagan copiar del pizarrón? No… ¿Que continuamente me digan que debo estudiar, que será difícil, que tendremos que comprometernos más?No, no, gracias. Lo sé. Es por eso que estoy aquí, y además por el oído del deber no escucho bien. Díganme algo diferente, nuevo, para que no empiece a aburrirme de inmediato. Por el oído de la pasión escucho mejor.

Demuéstrenme que vale la pena quedarse en un aula durante todo un año para escucharlos. Por favor, díganme que todo esto tiene que ver con la vida de todos los días, que me ayudará a entender mejor el mundo y a mí mismo, en fin, que vale la pena estar aquí.

Muéstrenme, especialmente con sus vidas, que el esfuerzo que tengo que hacer podría llenar mi vida. Ustedes han dedicado esfuerzos y sueños para enseñarme sus materias, ahora demuéstrenme que todo es verdad, que son los mediadores de algo deseable e indispensable.

Quiero mirarlos a sus ojos y si no brillan no me interesará, se lo advierto, y voy a jugar con el celular. No pueden mentirme. Si ustedes no creen en lo que hacen, ¿por qué debería hacerlo yo? Y no me hablen de sus sueldos, de los sindicatos, de sus penas, de sus fracasos y sus obsesiones. No. Háblenme de lo mucho que aman la fuerza del sol ardiente que hace cinco mil millones de años transforma su hidrógeno en la luz, la vida y la energía. Díganme cómo ocurre ese milagro que durará al menos otros cinco mil millones de años más.

Díganme por qué la luna siempre me muestra la misma cara y enséñenme a preguntarle como el pastor errante de Leopardi. Díganme cómo la rosa puede tener sus pétalos dispuestos según la divina proporción, y por qué el corazón es un músculo que late involuntariamente y cómo el ojo es capaz de convertir la luz en bellas imágenes.

Y háblenme del misterio del hombre, díganme cómo los griegos construyeron sus templos que parecen estar hablando a los dioses, cómo lo hacían los romanos en la combinación perfecta de belleza y utilidad. Y díganme el secreto del hombre que crea belleza y obliga a todos a mejorar solo respirando. Díganme cómo lo hizo Leonardo, cómo lo hizo Dante, cómo lo hizo Magallanes. Cuéntenme el secreto de Einstein, de Gaudí y de Mozart. Si lo saben, díganmelo.

Díganme, ¿cómo decido qué hacer con mi vida, si no sé sobre los demás?

Díganme, ¿cómo encontrar mi historia, si no tengo un poco de pasión por aquellos que han dejado sus huellas? Ayúdenme a encontrar mis talentos, mis pasiones y mis sueños. Y recuérdenme que tendré éxito solo si también ustedes tienen sueños, proyectos y pasiones.

Desafíenme, pónganme a prueba. Ayúdenme a no engañarme a mí mismo.

Enséñenme a razonar, para no tomar mis ideas de los lugares comunes, del pensamiento dominante, del pensamiento no pensado.

Ayúdenme a ser libre.

Recuérdenme lo hermoso que es este país, háblenme de ello, hagan que quiera descubrir todo lo que se esconde en él antes de que prefiera unas vacaciones a Miami.

Y, por favor, un último favor, manténganse lejos del cinismo. No me oculten las batallas, pero háganme fuerte para enfrentarlas y no envenenen mis esperanzas, aun antes de concebirlas.

Por todo eso, un día, los recordaré. ¡Feliz día del maestro!

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