La desinversión del Estado Nacional en rutas y sus consecuencias
El retiro del Estado nacional de la obra pública sin modelos alternativos. Las rutas argentinas en el ojo de la discusión y el crecimiento de las víctimas fatales en accidentes evitables.
El desmantelamiento de Vialidad Nacional y el cese total de obras dejaron a Neuquén con rutas clave en estado crítico. Mientras Neuquén despide a dos empleados estatales que perdieron la vida en un nuevo accidente fatal en Ruta 7, el gobierno nacional permanece en silencio. Es el segundo choque trágico del día sobre esa traza, y otro recordatorio brutal de lo que ocurre cuando un Estado decide desentenderse de sus rutas.
El gobierno de Javier Milei "aplicó la motosierra" en Vialidad Nacional, eliminando no solo empleos sino también responsabilidades fundamentales del Estado. Con el argumento del ajuste, dejó a provincias como Neuquén a la deriva, con rutas nacionales abandonadas, sin mantenimiento, señalización ni obras. La desinversión es total y sus consecuencias ya no son teóricas: se miden en vidas humanas.
Los dos empleados que fallecieron esta semana viajaban en un minibús oficial hacia la inauguración de una obra vial provincial sobre la Ruta 7, a cargo de Neuquén e YPF. La paradoja es tan dolorosa como reveladora: iban a celebrar un avance, y encontraron la muerte en un tramo que aún espera por inversiones del gobierno nacional que nunca llegan. La escena del choque, con un camión de combustible involucrado y evacuaciones por riesgo de derrame, sugiere que las consecuencias podrían haber sido peores, aunque, por supuesto, fueron suficientemente graves.
El Estado nacional abandonó en manos de las provincias rutas claves como la 40, la 237, la 22, la 234, la 231 y la 242, muchas de ellas con tramos que vinculan Neuquén con Chile y sostienen el turismo y la economía regional. Tampoco aceptó transferir maquinaria a la provincia para ayudar con el mantenimiento. Solo 33 kilómetros pudieron transferirse a la órbita provincial. Todo lo demás está paralizado o en proceso de deterioro.
En este escenario, la gestión de Rolando Figueroa asumió una responsabilidad que excede sus competencias: está avanzando con 600 kilómetros de pavimentación de rutas en todo el territorio neuquino. Un plan ambicioso pero necesario y urgente. Una iniciativa interpretada también como un acto de defensa ante una Nación que se retiró del mapa, dejando a su paso rutas rotas, convenios incumplidos y ninguna inversión.
La motosierra de Milei no solo cortó gastos, cortó vidas, conexiones y futuro. Los tramos viales no se asfaltan con discursos de ajuste ni con cadenas de tuits. Se necesitan recursos, planificación y presencia estatal. Una materia pendiente para el gobierno nacional por ahora ausente en el rumbo de la gestión libertaria.