Falleció Lolin Rigoni, emblema de la memoria, la verdad y la justicia
Su muerte representa una pérdida profunda para la región del Alto Valle dejando un legado imborrable en la defensa de los derechos humanos. Su lucha comenzó tras el asesinato de su hijo en 1977 y se mantuvo firme hasta sus últimos días.
Dolores Noemí López Candal de Rigoni, conocida por todos como Lolin, falleció este martes a los 100 años. Su muerte representa una pérdida profunda para la región del Alto Valle, que despide a una mujer incansable en la defensa de los derechos humanos y la última integrante activa de Madres de Plaza de Mayo filial Neuquén y Alto Valle.
Nacida en Daireaux, provincia de Buenos Aires, Lolin llegó a Neuquén en 1965 junto a su esposo, Helvecio Alberto "Toto" Rigoni. Aquí nacieron sus tres hijos: Ricardo, Roberto y Ana.
Su vida dio un giro trágico e irreversible el 16 de abril de 1977, cuando su hijo Roberto, conocido como "Champita", fue secuestrado en Isidro Casanova por fuerzas del Ejército. Cuatro días después fue asesinado por el Regimiento de La Tablada. Con el tiempo, su cuerpo fue recuperado por la familia.
Desde entonces, Lolin adoptó el pañuelo blanco como símbolo de lucha y se sumó a otras madres que compartían el mismo dolor, convirtiéndose en una figura clave de las Madres de Plaza de Mayo en la región.
Su militancia por la verdad, la memoria y la justicia la llevó a estar presente en cada juicio por delitos de lesa humanidad en Neuquén, donde se juzgó a militares, policías, agentes de inteligencia y funcionarios judiciales cómplices del terrorismo de Estado.
Una vida de resistencia
"Más de la mitad de mi vida he estado con las Madres, la militancia y la familia. Ellos han sido mi sostén", expresó en una de sus tantas intervenciones públicas. Siempre destacó la coherencia de la filial local, que mantuvo los principios fundacionales de la organización: "No hemos vulnerado ninguno. Somos una filial que resiste y sabe cuál es el camino. La defensa de la vida es nuestra causa".
Su voz se escuchó en todas las marchas, en cada audiencia judicial, en cada espacio donde se exigiera justicia por los crímenes de la dictadura. También fue una figura clave en mantener viva la memoria colectiva en escuelas, actos y encuentros.
"No queremos héroes ni mártires. Nuestros hijos eran hombres y mujeres que no bajaron los brazos. Los queremos caminando con nosotros en las calles, porque su lucha por un mundo más justo sigue siendo nuestro motor", decía Lolin en cada 24 de marzo, en cada aniversario que exigía no olvidar.
Con su partida, se va una testigo, una madre y una militante, pero queda su legado: la firmeza de sus convicciones, su amor por la vida, y su ejemplo como guía para las nuevas generaciones.
Fuente: Medios